La Semilla del Evangelio

“Tened mucha delicadeza y vigilancia para la juventud que educáis”, estas palabras de Marie Poussepin, resuenan en nuestros corazones y nos animan constantemente a realizar nuestro servicio misionero conscientes de la responsabilidad que tenemos frente a Dios, a la Iglesia, a la Congregación y frente a la sociedad.

Las niñas y jóvenes de las diferentes aldeas de Guaimaca, junto con sus familias, buscan en el Centro Marie Poussepin (CMP), una oportunidad de formarse integralmente. Las familias son de escasos recursos, pero con una riqueza especial: Tienen la firme convicción que, desde una formación sólida, el fortalecimiento de los valores y el crecimiento en la fe; le están entregando a sus hijas “La mejor herencia” como ellos mismos lo expresan.

Es por eso, que la comunidad de hermanas, actualmente: Hna. María Cevallos, Hna. Sindi Bardales y Hna. Slendy Manrique; el equipo de tutores y los diferentes voluntarios, entregan cada día los dones que Dios les ha regalado con amor, constancia y voluntad; para construir Reino de Dios, para sembrar la semilla del Evangelio desde esta misión educativa, que trasciende los límites de un aula, que llega a la vida no sólo personal o familiar, sino que permea y ayuda a transformar cada una de las comunidades de dónde ellas proceden.

Las diferentes realidades constituyen diversos retos en esta misión, y es por esto, que se nos exige renovarnos constantemente por la oración, la formación, la vivencia real y fraterna en comunidad, el estudio… pues nuestra vida debe ser una predicación para ellas.

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En su proceso de formación integral, reciben formación académica, cristiana y en valores, talleres de costura, manualidades, informática, danza y deporte, estamos fortaleciendo el inglés y también tienen la oportunidad de hacer sus prácticas agrícolas cada semana, en la Finca Nazareth en Calona.

Buscamos acompañarlas, escucharlas, orientarlas, ofrecerles herramientas para ser mujeres capaces de asumir su vida con valentía, con espíritu de superación y con libertad. Es nuestra cuota de justicia con la sociedad.

La presencia del Dios Providente, de cada una de las hermanas, voluntarios, tutores, familias que han pasado por el CMP, constituye una huella imborrable y un aporte para que esta semilla de Evangelio germine y dé fruto en esta bella tierra hondureña.

Gracias a todos los que con su oración y solidaridad sostienen nuestra misión.

Hna. Slendy J. Manrique P. – Provincia Nuestra Señora de las Américas.