YO CREO
Cuando era pequeña iba a misa con mis padres y hermanos. Cuando era necesario mi Madre me decía tranquilamente que tenía que estar quieta porque Jesús estaba en el Sagrario. Luego mirando el crucifijo me dijo que era Jesús en la cruz. De acuerdo, mi madre nunca mintió.
Siendo una persona que necesita saber cómo funcionan las cosas, toda mi vida oré por fe para entender mejor. Después de muchas clases de religión, teología y cursos bíblicos siempre ha faltado algo: “saber cómo funciona”.
Finalmente encontré un libro que ha sido de gran ayuda para mí. “La Eucaristía es realmente Jesús”. Cómo el Cuerpo y la Sangre de Cristo son la clave de todo, por J. Heschmeyer.
Me tomó muchas semanas, incluso meses, leer este libro de sólo 149 páginas con 241 notas finales que incluían al Papa Juan Pablo II, la Madre Teresa, Hans Urs von Balthadsar, C. S. Lewis y muchos teólogos protestantes, por nombrar algunos.
Permítanme abordar algo del contenido del libro que me ayuda a aumentar mi fe y tener un mayor aprecio de la Eucaristía.
Me siento como Cleofás que “abrió los ojos”: Lucas 25-26 v 32. No es información nueva. Para mí es una nueva forma de pensar sobre la información ya conocida. Estoy pensando en esta niña que explicó su comprensión de la Eucaristía: mirando el crucifijo dijo: “Parece Jesús pero no lo es. La Eucaristía no se parece a Jesús, pero lo es”.
Refiriéndome a Juan 6,60, a veces me sentía como esta persona. Sí, a veces me conmocioné. Tengo la suerte de conocer la referencia en el Evangelio de Juan debido a mi creencia. Lo creo porque mis padres me lo dijeron. Creo porque muchas mujeres religiosas que tuve como maestras fueron modelos a seguir para mí. Creo por los muchos cristianos que me dejaron huella, pero sobre todo porque Jesús me lo dice en Mt. 26, 26-28 y leyendo los tres primeros Evangelios Jesús instituyendo la Eucaristía es muy claro. “Este Es mi cuerpo, esta Es mi sangre”. ¿Si no le creo a Jesús a quién le puedo creer? Juan “llena vacíos” porque vino después y cubre momentos importantes en la vida de Jesús. Cuenta “el resto de la historia”, según el cardenal Dolan de Nueva York.
El autor continúa dando algunas explicaciones sobre el uso de metáforas para la fe. Por ejemplo, en el discurso del Pan de Vida se usa con frecuencia: ver Juan 2,19-21.
La clave del cristianismo: en ningún lugar de la Biblia se utiliza “Antiguo Testamento”, “Nuevo Testamento” o “Biblia”. Jesús llama a los libros del Antiguo Testamento: Ley y Profetas, Lucas 16,16, Escritura: Mateo 21,42 y 11,13 Profetas y ley, como ejemplos. Nuevo Testamento significa “Nuevo Pacto” según el Papa Benedicto XVI. Esto significa para mí que debo tener una buena relación con Cristo. Toda mi vida ha sido un proceso continuo.
No se puede entender el cristianismo sin entender el nuevo pacto. (Deus Caritas Est) Mateo 22,34-40. En el centro de la Alianza está la Eucaristía. Hay mucho más sobre la Alianza que me hace comprender y valorar mi relación con Jesús Eucaristía: ¡Ahí está, así funciona! Es mi relación con la Trinidad.
Así nos lo dice nuestra Madre Fundadora, Marie Poussepin, en el Capítulo IX de los Reglamentos “Comunión para preservar la vida del alma”. Una de las respuestas de Marie Poussepin a la alianza y la relación con Jesús es la primera de sus Reglas Generales: Respecto a Dios: “………habla con Él a menudo, habla de Él a menudo y renueva tu intención de hacer todo para su gloria”.
-Hna. Marie Williams
AL ANOCHECER DE LA RESURRECCIÓN
“Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban sus discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz esté con ustedes.’ Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor se llenaron de alegría.
De nuevo les dijo Jesús: ‘La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo’.”
(Jn 20,19-21)
Hay días en la vida que se sienten como una noche interminable… esta es la realidad de innumerables familias que ante su desesperanza la mejor oportunidad que les queda es dejar su tierra y lanzarse a la aventura de probar suerte, así inician el camino hacia los Estados Unidos.
Son muchas Marías y muchos José los que a causa de la dura experiencia que han vivido de atropellos e injusticias en el trayecto, deciden cerrar sus puertas por el miedo a continuar siendo víctimas. Dicen en su angustia “tenemos tanto miedo, no podemos confiar en nadie; en el Darién violaron a mi hija, en Laredo nos secuestraron y a causa del secuestro perdimos la cita…” ¿Cómo experimentar la paz?
Y sin embargo el Señor se hace presente, nos ha mostrado las marcas de los clavos en las manos, en los pies, ha descubierto su costado para que podamos meter nuestra mano en su herida. El Crucificado es el Resucitado que camina a nuestro lado, está herido como nosotros, nos tiende su mano y nos pide la nuestra, nos apoyamos y nos animamos mutuamente. Ahora sabemos que fue él quien nos libró de la muerte a manos de nuestros secuestradores; y en el último tramo de nuestro camino una señora nos dijo: “estoy sorprendida, yo frecuentemente hago este viaje por motivo de trabajo y siempre detienen el bus varias veces, hoy no nos pararon ni una sola vez.”
“…dichosos los que creen sin haber visto.” No lo habíamos visto, pero fue él y su Santo Espíritu quien nos trajo a salvo y no lo podemos callar y así lo vamos a anunciar. “Hemos visto al Señor.”
Gracias Señor Resucitado, tú siempre te adelantas y sales a nuestro encuentro; nos das tu paz y tu Espíritu de amor, de perdón, de liberación y sanación, que en el encuentro contigo aprenda a relacionarme sin miedo a mostrar mis heridas y a brindar acogida tanto al hermano que vive a mi lado, como al que encuentro en mi camino y que también se encuentra herido. Amén.